lunes, octubre 10, 2005

Artistas suicidas

En el escrito anterior no me dio tiempo de llegar al punto que me interesaba. Me gusta hablar del suicidio, me ha llamado la atención desde que descubrí a Nerval, a Novalis, a escritores que han muerto debido a alguna enfermedad crónica causada por vicios y abusos; suicidas a su manera.
Pero debo aceptar que esta primera fascinación por el suicidio estaba influenciada por la literatura y filosofía del romanticismo, incluso estoy segura que era más una aceptación y atracción tácita que un convencimiento propio. Y así seguí, leyendo e investigando muy formal, muy objetiva, con la distancia que debe haber entre el estudiante y sus autores, hasta que descubrí a Alejandra Pizarnik. Leer su poesía y pequeños textos en prosa fue como recibir un golpazo en la cabeza, como sentir que una voz propia disfrazada de un espíritu ancestral entraba por mis ojos y se disolvía en mi cuerpo de tal forma, que llegué a estar convencida de que en realidad, cuando ella murió, su espíritu entró al cuerpo de mi madre y me lo traspasó al engendrarme y parirme. Desde entonces he buscado todo lo relativo a su vida, a su poesía, sus ensayos, su prosa. He descubierto que después de su suicidio se creó un mito con su figura, convirtiéndola en un personaje del que de pronto todos hablaban, al que todos rendían homenaje, a quien todos querían leer. La definían como una mujer atormentada, depresiva, esquizofrénica; de hecho, la fama que adquirió se debió más al tiempo que permaneció en el psiquiátrico y a lo incomprensible que se fue volviendo su escritura que a su verdadero trabajo, al esfuerzo que realizó para escribir y encontrar la manera de que el lenguaje y las palabras trascendieran el papel y ocuparan un espacio en la realidad tangible.
Bueno, pero más adelante le dedicaré un texto especial. Por ahora sólo quiero contarles que fue gracias a ella que empecé a percibir y comprender el suicidio desde un punto de vista más vital; digamos, hay quienes viven el suicidio a diario, saben que será su muerte natural, y hay quienes sólo recurren a él al final, guiados por la desesperación, el miedo o la apatía.
Pues bien, así como mi poeta suicida favorita, hay muchos otros artistas suicidas cuya obra ha resultado transgresora, hiriente, codificada en muchos sentidos para los sentidos (aunque debe recordarse que ya había mencionado que el hecho de ser suicidas no es un estigma que implique calidad). En fin, habrá que indagar más a fondo para encontrar puntos en común o contrarios específicos, pero creo que la constante es el sentimiento que provocan después de leer, escuchar o mirar; es algo raro que uno aprende a reconocer aunque no a describir... Es una especie de felicidad apagada, de tristeza eufórica, de vitalidad sin esperanza, sin destino; es la necesidad de expresar cada momento presente porque se tiene la certeza de que no habrá un después, un momento futuro para recordar.
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Y ahora se preguntarán a qué viene todo esto. Resulta que el jueves pasado me enteré que el próximo 20 de octubre se inaugura en el MAM una exposición de Mark Rothko, pintor dedicado a la abstracción y exaltación del color. Sabía que ya había muerto, pero después supe que se suicidó a los sesentaitantos (ya contaré su historia con más detalle).
Al otro día, husmenado en el periódico, encontré una nota que me llamó la atención por el encabezado, pero que me atrapó en cuanto la leí. Es sobre la escenificación de una obra de teatro cuya autora también se suicidó. Pero además, la obra es la última que escribió y debido a que cuenta la historia de un suicida, hay quienes leen en ella un aviso de su propio suicidio; hay quienes encuentran una búsqueda de esperanza, de razones para vivir.
Los dejo con la nota y una cordial invitación a que asistan a la obra, a que visiten la exposición de Rothko y a que lean la poesía de Pizarnik.
Por primera vez en México, pondrán en escena Psicosis 4:48 de Sarah Kane
Esa historia no debe verse como un aviso de su suicidio, considera el director del montaje
CARLOS PAUL

Considerada como la mejor obra de las cinco que escribió la joven dramaturga británica Sarah Kane (1971-1999), Psicosis 4:48 será puesta en escena por primera vez en México.
La anécdota de la pieza gira en torno de los últimos ocho minutos que faltan para que la protagonista decida si ingiere o no las pastillas que controlan su psicosis.
Kane irrumpió en el ámbito teatral a los 23 años de edad con Devastados, a la que siguieron El amor de Fedra, Purificados, Ansia y Psicosis 4:48, título este último que alude, según investigaciones, a la hora en que ocurren más suicidios en Gran Bretaña y que igual coincide con el momento de mayor lucidez de los pacientes siquiátricos, luego de pasar el efecto de los fármacos tomados la noche anterior.
Autora de culto a escala internacional
Por su singular talento y sus provocadoras y desgarradoras temáticas, Kane es considerada en la actualidad una de las dramaturgas de culto a escala internacional.
Su vida está marcada por el suicidio. En cierta ocasión ingirió grandes dosis de antidepresivos y barbitúricos. Esa vez recibió ayuda a tiempo y se recuperó. Pero en febrero de 1999, tomó más precauciones. Tras ingerir un cóctel fatal de fármacos, se cortó las venas y ahorcó en el hospital donde ella misma se había internado dos días antes. Tenía 28 años.
Meses antes Kane había escrito su última obra, Psicosis 4:48, la cual para el creador escénico Ignacio Ortiz y los actores Arturo Ríos, Ana Graham y Laura Almela, director e intérpretes de la misma, ''no debe tomarse como un aviso de su futuro suicidio. Por el contrario, es un texto de absoluta lucidez y reflexión de la autora, en el que se constata que cuando la escribió no estaba loca", pues, subraya Ríos, ''se ha creado el mito de que esa obra y el suicidio muestran lo que le pasó. Hay que ver a Sarah Kane por su creatividad de dramaturga y por lo que deseaba expresar con su teatro".
En esa obra hay entre paciente y médico una confrontación feroz de puntos de vista, una lucha entre la teoría de él y la filosofía de ella en defensa de su vida y dolor. Aquí la autora explora los límites entre lo que es considerado una conducta normal o sicótica.
Lo interesante, por un lado, explica Ignacio Ortiz, ''es el proceso que ella sufre en esos ocho minutos. Por otro, respecto a cómo esta escrito el texto, es que no están acotados ni el género ni el número de personajes, lo que permite una variedad de lecturas que no obstante siempre reflejan la misma cuestión".
En esta obra, para Ortiz, la preocupación central se enfoca ''en el deseo de ser amada, anhelo de todo ser humano. Se ha dicho de Kane y su dramaturgia que es una autora depresiva y no lo creo así; pienso que más bien es una dramaturga esperanzadora, en el sentido de que deja en sus textos ese deseo de ser amados, como única manera de vivir en un mundo lleno de atrocidades".
El interés por esta obra ha llevado a otras compañías a montarla. Tan es así, que durante este octubre se escenificará en ciudades de Estados Unidos, Bulgaria, República Checa, Gran Bretaña, Alemania, España e Irlanda.
Es una pieza, comenta Arturo Ríos, ''que toca fibras muy dolorosas y que requiere de un esfuerzo mental del espectador, quien de alguna manera debe ir armando la historia".
Psicosis 4:48 será estrenada el viernes 14 a las 20 horas en El Granero, espacio donde Por Piedad Teatro Producciones escenificó Devastados y Ansia. Funciones lunes y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.