lunes, enero 03, 2005

El sendero de adoquín

Hay distintas formas de no encontrar el camino hacia la orilla del mundo. Es instintivo, es el miedo natural que nos aleja de caídas interminables, repletas de marometas, vómitos y mareos. Es la inercia que nos guía en sentido contrario del filo marino y del enorme y resbaladizo caparazón de la tortuga milenaria; del brillante vacío estelar.
Cuando empiezo a andar por ese camino, recurro a la autohipnosis: miro tus ojos mientras lloras.