viernes, junio 10, 2005

El juego de las andanzas

"Deseo saber cómo Dios creó este mundo. No estoy interesado en este o aquel fenómeno, en el espectro de este o aquel elemento. Deseo saber sus pensamientos; el resto son detalles"
Albert Einstein
Buscar la esperanza entre el polvo que se junta bajo la cama, entre las pelusas que se pegan en la planta sudorosa de los pies. Buscar una sonrisa en el espejo empañado y sucio de jabón, en ese rostro que por más que se escudriña no se reconoce, o más que no reconocerse, no provoca ninguna emoción.


Emoción espectral, atracción disímbola, malévola, fantasmagórica, irreal.

Encontrar la tranquilidad en un plato lleno de cereal con leche. Respirar profundamente después de tomar la primera cucharada y mirar alrededor, buscando ahora, de dónde proviene ese silencio tan punzante. Encontrar la mirada de la soledad en cada pared; sentir miedo de sus ojos de loca, de su boca tan grande que se abre para soltar heladas carcajadas.

Carcajadas estalactitas, campanadas veloces, agujas cristal.

Gatear entre la tierra, deteniéndome de vez en cuando para limpiar mis uñas y desatarme y atarme el cabello. Sentir la humedad bajo mis manos y mis rodillas; adivinar que el centro candente en verdad sólo era ficción. Nunca mirar nada porque no hay nada qué mirar, porque bajo la tierra todo es luz tan blanca que derrite las pupilas al menor parpadeo.

Parpadeo crepuscular, aleteo de mariposa negra: la muerte no me ha dejado más que una casa blanca con miles de escaleras que suben y bajan en todas direcciones y me llevan siempre al mismo lugar.

(Iliánika von Bicho, Breves imágenes prosáticas, Ediciones Rupestres, 2005.)

DR (c) 2005 Iliana Vargas Flores

martes, junio 07, 2005

El Pánico y el Caos

Claro, es muy fácil decir vamos, vamos, qué puede ser distinto, hemos ido a tantos conciertos en el zócalo y en CU, que ya sabemos cómo es la onda. ¡Ja! Pero nunca se nos ocurrió pensar que en verdad se trataría de un MASIVO, en el que la plaza de la constitución quedaría tan chica, y las calles aledañas se convertirían en remolinos de gente formando nudos de corrientes entrecruzadas. Nunca había sentido tanto miedo. Sentir que no hay piso, sino pies bajo mis pies, que no puedo mantener el equilibrio, que cientos de personas vienen atrás de mí empujándome con fuerza, que todos quieren salir y muchos otros quieren entrar, que unos van a la izquierda, otros a la derecha, que unos no entienden que por más que empujen no avanzamos, que sólo sacan el aire, que nos van a tirar y a caer encima... Y mientras el Café Tacuba feliz, festejando su 16 aniversario, cantando esas canciones cursis y suaves del nuevo disco que tanto detesto...
"Bueno, pensé, al menos no están tocando algo que lamente no haber escuchado". Porque nadie estaba escuchando; todos estábamos tratando de no caer, de no empujar tan fuerte a los de adelante, de salir de ahí, de respirar, de ayudar un poco a quienes ya no tenían aire, de no dejarnos golpear. Cuando logramos encontrar un caminito hacia una de las calles sentí un alivio que de pronto se convirtió en miedo de nuevo: se acercaba otra turba que quería entrar rápido. Al frente había dos policías que no decían nada, que no trataban de controlar nada, sólo volteaban de vez en cuando hacia atrás para comentarle a quien estuviera por ahí que se tenían que esperar a que saliera la gente. Cuando pasamos por ahí pude ver que los propios policías eran empujados violentamente hacia delante, por más que gritábamos que se esperaran, que dejaran pasar, que no empujaran, les valió, se empezaron a mover con fuerza dando codazos, y por poco volvemos a caer hacia los lados. Y eso que ya teníamos experiencia en estos asuntos. Pero ¿qué hay de las mamás que iban con sus chavitos, de las parejas que llevaban bebés de meses, de la señora con carriola, de los viejitos que quién sabe por qué decidieron cruzar por ahí, de aquel señor pequeñísimo que me recordó a Don Margarito, de las chavas flaquisímas que no tenían quién las cargara y les echara aire? Era obvio que no todos íbamos a escuchar, mucho nada más iban a echar bronca o desmadre, otros a ver qué agarraban en la confusión y tal vez otros nada más a ver cómo son los conciertos en el zócalo. He ido a muchos, pero nunca a uno del que quisiera salir después de media hora de haber empezado. De todas formas al final nos quedamos por ahí cerca, sin ver nada, sólo escuchando y bailando, viendo cómo pasaban las ambulancias, cómo los muchachos trataban de despertar a sus muchachas desmayadas, pero sobre todo, cómo los policías estaban ahí parados, bien formaditos y todo, sin hacer más que mirarse entre ellos y a la masa en movimiento, como si fuera una alberca de agua hirviendo a la que no se atreven a meter ni un pie. Lo que no entiendo es cómo de 170 000 personas entre tanto caos sólo hubo 200 heridos... Tampoco entiendo que quienes organizaron este concierto creyeran que tal vez se llenaría el zócalo y sería una gran fiesta. ¿Fingen que no saben que es el grupo de más convocatoria en esta ciudad, si no es que en todo el país? ¿Fingen que no saben que no sólo le gusta a nuestra generación de veintitantos casi treinta, sino a los chavitos de quince a veinte e incluso de menor edad que a fuerza tienen que ir con alguien más?
Si no me creen, aquí las notas del lunes 6 de junio, publicadas en La Jornada:

La mala organización del acto provocó 180 minutos de confusión tras el show
Aniversario de Café Tacvba en el Zócalo: de la fiesta al desorden
A las 23:30 horas, más de 170 mil personas luchaban por encontrar un medio de transporte
Los tumultos provocaron algunos enfrentamientos y roces con automovilistas en Eje Central

MARIANA NORANDI

Más de 170 mil personas se reunieron el sábado por la noche en el Zócalo capitalino para presenciar el concierto de Café Tacvba .Lo que en un principio parecía una fiesta más en el Zócalo la noche del sábado, por errores en la organización el concierto de Café Tacvba se convirtió en un verdadero caos.
Desde las seis de la mañana comenzaron a llegar grupos de jóvenes que querían ocupar las primeras filas frente al escenario, situado delante de la Catedral Metropolitana. Llegaban sin comida, con tan sólo unas botellas de agua para aguantar una larga y calurosa jornada, ya que el concierto estaba programado a las ocho y media de la noche. Y ahí aguantaron todo el día, mientras la explanada de la Plaza de la Constitución se iba llenando de gente, mayoritariamente jóvenes de entre 16 y 25 años.
Una hora antes de que comenzara el espectáculo, por las calles que acceden al Zócalo transitaban cientos de personas y los vagones del metro prácticamente se vaciaban en esa estación. El acceso al área de prensa, que se encuentra entre el escenario y la valla de contención, en un principio estuvo muy restringido y sólo podían acceder los medios acreditados, pero esta medida no tardó en violarse.
Afortunadamente la banda hizo su aparición a las 20:30 horas en punto y la gente comenzó a bailar. Ya, a esas alturas, se apreciaba que ese concierto no iba a ser igual que otros, había acudido mucha más gente, la temperatura no descendía y se veía poca seguridad para tanta multitud. El vocalista de los tacvbos, Zizou Yantra, hacía constantes alusiones al elevado nivel de convocatoria, obviamente, desde la alegría, la sorpresa y la satisfacción.
Continuaba avanzando el concierto y la gente no dejaba de llegar. Había personas en toda la explanada del Zócalo, detrás del escenario, por la calles de Francisco Madero, 16 de septiembre, 20 de noviembre, 5 de mayo así como en los balcones de los hoteles que dan a la plaza.
Tres horas de desorden
No tardó mucho para que la gente comenzara a mostrar síntomas de desvanecimiento, empujones y más de un enfrentamiento. El área de prensa estaba totalmente invadida por gente ajena a los medios que se les permitió entrar, autorización que fue aprovechada por gente del público para brincar la valla, unos por estar más cerca del escenario y otros por miedo al aplastamiento. Los elementos de seguridad continuaban pareciendo pocos, y ya se empezaban a escuchar las sirenas de las ambulancias.
A eso de las 23 horas se le entregó al grupo, en nombre del programa DFiesta del Gobierno del Distrito Federal, una placa de reconocimiento anunciándoles que Café Tacvba había batido récord de asistencia con más de 170 mil personas. Para los que estaban allí, la cifra parecía mayor.
Media hora después, los tacvbos finalizaron su concierto, y el caos se acentuó. El metro respetó su horario normal de cerrar a las 24:00 horas y la gente, algunos inclusive con niños, quería llegar a alguna de las estaciones cercanas (Zócalo, Allende, Hidalgo, Pino Suárez, Juárez...) pero la salida de la Plaza era muy lenta y la gente empezó a empujar creando, entre algunos, histeria y enfrentamientos. Hubo incluso, a quien se le ocurrió lanzar gas pimienta.
Entre empujones, la multitud salía por las calles aledañas que estaban cortadas, pensando que, al llegar al Eje Central, finalizaría el caos. Pero no, ahí comenzaba otro: el cúmulo de gente se unía al tránsito paralizado. Era la medianoche y los ríos de personas fluían por los alrededores y dicen que ya otros tantos cientos caminaban por avenida Tlalpan. Los coches tocaban las bocinas, la policía intentaba movilizar el tránsito y la gente luchaba por encontrar un transporte público.
A las 0:15, frente a la estación del metro Juárez, una señora informaba que el último convoy del Metro que había salido de Indios Verdes se encontraba detenido en ese lugar. Entonces, decenas de personas comenzaron a correr para poder abordarlo. En Bucareli y Reforma, una base de taxis tenía un larga lista de personas que no podía empezar a atender hasta la 1:45 horas porque sus unidades no tenían acceso al lugar. Los microbuses, con gente colgada de las puertas, estaban parados sobre Reforma y no faltó quien bajó de su auto parado para protestar.
A las 2 de la madrugada, tres horas después de que había acabado el concierto, el tráfico comenzó a fluir, lento, pero constante.
"Pinche corazonzote latiendo en medio del país'': Zizou
Tres horas de festejo de Café Tacvba con la chilanga banda
MARIANA NORANDI

Una asistente es atendida por elementos del Escuadón de Rescate y Urgencias Médicas FOTO Chava Rock
Café Tacvba celebró sus 16 años de formación en el Zócalo capitalino, ante un récord de asistencia de más de 170 mil personas. Este concierto, que duró tres horas, antecedió a una gira que el grupo iniciará por Estados Unidos en donde presentarán su más reciente producción, Cuatro caminos.
La banda, compuesta por el guitarrista Joselo, el bajista Quique, el baterista Luis Ledesma, el tecladista Meme del Real y el vocalista Zizou Yantra, comenzó a tocar puntual, a las 20:30 horas, con el tema No me preguntes por qué. mientras un juego de 24 pantallas sobre el escenario mostraba imágenes digitalizadas.
"Buenas noches, qué emoción. Los saludo con el corazón a cada uno de ustedes porque, esta noche, somos una hermosa masa que queremos que este mundo se componga" expresó el vocalista.
El espectáculo contó con varios invitados que subieron a tocar con los tacvbos, siendo los primeros Alvaro Henríquez, del grupo chileno Los Tres, y el jaranero Alejandro Flores, que interpretaron Tírate. El sonido fue impecable y temas como Eres o Ingrata lograron un coro multitudinario.
Los siguientes invitados fueron Sax y Roco, de La Maldita Vecindad, que interpretaron Pachuco poniendo a todos a bailar ska. Les siguió el Sr. González, ex Botellita de Jerez, que tocó las congas en la canción El ciclón. El vocalista, emocionado con la elevada concurrencia, dijo: "a mí no me gustan los eventos masivos, pero éste está muy chido. Pinche corazonzote latiendo en el medio del país".
Y subió el compositor Jaime López a cantar La chilanga banda, en la que expresó con simpatía: "nena, haz patria, ama a un chilango". Le siguió el guitarrista Lino Nava, de La Lupita, que tocó La chica banda.
"¿Les gustó el rock? pues ahora se van a chingar con un poco de world music" dijo Zizou, dando paso a Ever y El Queso, del grupo Quem, que subieron a tocar perimbau.
Media hora antes de que se acabara el concierto, un representante del Gobierno del Distrito Federal entregó a la banda una placa en reconocimiento de sus 16 años de trayectoria, gesto que el cantante agradeció y dijo: "gracias al Gobierno de la Ciudad de México, éste es el lugar de la banda, pero no nos los prestan, lo estamos tomando". Y llegaron los integrantes de Molotov, Tito y Miki, que tocaron El borrego, cantado por Memo del Real.
Luego, una voz entre el público expresó: "Zapaaata vive" y la gente respondió "La luuucha sigue", y volvió a decir: "Tacvvvba vive" y le volvieron a contestar "la luuucha sigue". Era la actriz Ofelia Medina que se encontraba entre el público.
El grupo finalizó, acompañado de Güilli, guitarrista de los desaparecidos Esquizitos, cantando una versión muy sabrosa de La última carcajada de la Cumbancha, de Agustín Lara.
Tras tres horas de concierto, la banda se despidió de su público dejando claro que se encuentra en un momento fructífero y que éste fue uno de sus mejores conciertos. Asimismo, los asistentes demostraron que los roqueros, al igual que cualquier otro tipo de público, se pueden reunir de manera masiva sin problemas, siempre y cuando la organización sea la adecuada. Lo cual, en esta ocasión, no fue así.

Esperemos no se satanicen las tocadas de rock: Balbi
La lectura que Juan de Dios Balbi, representante de Café Tacvba,
le da a los eventos ocurridos en las inmediaciones del Zócalo, durante el concierto ofrecido el sábado pasado por la banda, donde resultaron 200 heridos según reporte de la Policía Sectorial del Distrito Federal: "Es lamentable lo que les pasó a las personas que resultaron heridas. Rubén, Emmanuel, Enrique, Joselo y yo lo sentimos mucho y les mandamos un abrazo, pero me sorprende mucho que La Jornada dedique sus ocho columnas sólo a un aspecto del concierto".
Balbi precisa: "Hasta en una tocada con 800 güeyes, en cualquier lugar, siempre hay alguien que sale lesionado, más en un concierto de 200 mil personas, siempre la gente se apretuja, se les baja la presión, algunos insolados, ¡desde el viernes por la noche comenzaron a llegar al Zócalo! Repito, es lamentable lo que les pasó a las heridos, pero me parece mal que no se haya hablado también de la reunión de 200 mil personas para divertirse y escuchar música... fue una fiesta".
Balbi continúa: "Tengo la impresión que las cosas de pronto si parecieron salirse de las manos, de pronto como que las vallas estaban comenzando a ceder; pero más allá de que si se rebasó la expectativa de asistencia o si la gente se saltó las rejas, el desarrollo del concierto fue increíble ".
El representante musical además precisó que: "Días antes me reuní con el encargado de seguridad del Centro Histórico y con gente de la Secretaría de Seguridad Púbica y de Vialidad; se diseñó un plan para ver a qué horas sucedían las cosas. Ahora nos sorprendió que hayan puesto estas vallas rompeolas que son para aligerar la inercia natural de los empujones de un concierto de estas características. Nosotros habíamos destinado dos espacios para las grúas que iban a grabar el concierto y otro resguardando los camerinos, pero los fanáticos los tomaron y ahí los dejamos. El cuerpo de seguridad que estaba ahí así lo decidió porque ya estaban perdidos esos espacios ".
Balbi hizo un llamado: "con este lamentable suceso no quisiera que se volvieran a satanizar los conciertos de rock y menos en el Zócalo, porque creo que es un lugar con mucha energía, como dijo Rubén el sábado: ´Brínquenle más y ahorita salen las pirámides´; es un lugar con mucha energía y creo que todos los géneros musicales y el arte, la danza, deben continuar presentándose ahí. Que el Zócalo siga siendo un lugar público, que la gente pueda disfrutarlo como lo ha hecho con Manu Chao, Tigres del Norte, Silvio Rodríguez".
Balbi finalizó: "Ni el más sofisticado equipo de seguridad es infalible para contener a un público enardecido; y con un tipo de público así es inevitable que sucedan este tipo de cosas".
Centro tomado
En un recorrido que hizo La Jornada después del recital de Café Tacvba, encontró que antros, cantinas y otros lugares de divertimento resultaron insuficientes para albergar a los miles de jóvenes, quienes tomaron las calles del Centro Histórico para convertirlas en el after show. Principalmente en
grupos los jóvenes hacían fila en las tiendas para comprar cerveza, refrescos y agua para después sentarse en las aceras y comentar la actuación de Café Tacaba. Sobresalieron dos cosas: la tolerancia de los grupos policiales que no molestaron demasiado a los jóvenes y la impresionante carpeta serpenteante de envases vacíos que cubría las calles.
Ortega: seguirán conciertos de rock en el Zócalo
El Secretario de Gobierno del Distrito Federal, Alejandro Encinas, señaló que los incidentes del sábado pasado no llegaron a niveles de violencia y se debieron básicamente a empujones y apachurrones, y que aunque se presentaron algunos conatos de riña, éstos no pasaron a mayores y no hubo ninguna remisión.
Por su parte, el jefe de la policía capitalina, Joel Ortega, afirmó que fueron sólo 12 personas las que resultaron lesionadas y trasladadas a hospitales, mientras que las que requirieron atención médica por desmayos y malestares menores fueron 328 en total.
Reconoció que la convocatoria rebasó expectativas, al registrarse una asistencia de 170 mil seguidores del grupo. Descartó que el operativo policiaco, de más de mil 200 elementos, haya sido rebasado y afirmó que "no generó ningún grave problema, mayor al que han provocado otras manifestaciones" en el Zócalo.
Ortega Cuevas aseguró que de las personas que fueron trasladadas a hospitales ninguna se encuentra grave y pronto serán dadas de alta, como sucedió esa misma noche con Yessica Castellanos, de 18 años, quien fue la que tuvo mayores lesiones, pues se electrocutó y sufrió quemaduras de segundo y tercer grados; fue trasladada al hospital Vicente Leñero, de donde salió alrededor de las 23 horas.
También fueron hospitalizadas Xochitl Zúñiga, de 27 años, por una caída; Claudia Pozos, de 24; Olivia Montes, de 17, y Monserrat Torres, de 19 años, quienes fueron auxiliadas por personal del Escuadrón de Rescate y Urgencias Médicas.
El titular de la Secretaría de Seguridad Pública capitalina descartó que se dejen de hacer este tipo de espectáculos, ya que "los jóvenes requieren esos espacios. No es fácil controlar un espectáculo de esa magnitud, pero debemos demostrar a la ciudad y al país que se pueden ofrecer conciertos de rock en orden y con armonía''.
Hay que recordar que hace casi dos años, cuando el grupo presentó su álbum Cuatro caminos, en una firma de autógrafos en el Mix up de Zona Rosa, se presentó un incidente con los más de siete mil seguidores; la autoridad subestimó el poder de convocatoria del grupo al enviar sólo 10 elementos, hasta que la muchedumbre se descontroló y sólo pudo ser controlada cuando llegaron 90 elementos más.
Bertha T. Ramírez y Erika Duarte

lunes, junio 06, 2005

¿Quién lee a los escritores mexicanos?

Después de un mes de trabajar en el proyecto del Diccionario bio-bibliográfico de escritores mexicanos del siglo XX, me siento anonadada y apenada por tres razones: hay cientos de autores que no conocía; todos han obtenido mínimo tres premios y becas a nivel nacional y en el extranjero; no creo que pueda leer ni la mitad de la obra de todos ellos. Es increíble que una estudiante de literatura hispanoamericana se encuentre en tal estado de ignorancia sobre los escritores de su propio país, y sobre todo si pretende ser parte de ellos; sin embargo, me parece que este desconocimiento se debe también a que los encargados de la difusión literaria se concentran sólo en ciertos círculos y en ciertos autores. Por fortuna actualmente han salido varias antologías sobre la nueva narrativa, en las que se seleccionan autores de todo el país, haciendo divisiones generacionales: los nacidos en los 60, 70, 80, e incluso los incalificables. Y no nos olvidemos de quienes se dedican a los llamados subgéneros: la ciencia ficción, el fantástico, la novela negra, el policiaco, y últimamente la minificción o cuento breve. Sí, hay demasiado, y es difícil saber por dónde empezar, sobre todo si nos dejamos llevar por el prejuicio de que de entrada, si es mexicano es malo, entonces ni para qué perder tiempo. Yo entiendo que no es fácil comprar un libro para ver de qué se trata, pues cuando uno va a la librería, normalmente ya tiene una idea de lo que quiere, y de cuánto está dispuesto a gastar. De cualquier forma, están las colecciones del FCE, de la SEP, ISSSTE y de la UNAM, plagadas de autores mexicanos y mucho más accecibles que Alfaguara o Tusquets. También CONACULTA y Tierra Adentro han hecho buen trabajo de recopilación y divulgación, pero todavía hace falta muchas presentaciones de libros, distribución en librerías, reajuste de precios y apoyos no sólo económicos, sino de editores dispuestos a darle un empujón más fuerte a quienes empezamos. Por supuesto, también hace falta un compromiso real por parte de quienes solicitamos tales apoyos o buscamos premios y becas, pues hay que proponer calidad y originalidad ante todo, para que quienes deciden se den cuenta de que podemos aportar algo valioso a la literatura mexicana, y nunca dejarnos llevar por los compadrazgos o apalancamientos, que también son culpables de la mala fama de la nueva producción literaria.
Por lo pronto, si alguien no puede mencionar más de cinco autores mexicanos, aquí les propongo uno de los grandes, que este fin de semana acaba de recibir el premio Casa de América por su poemario Viernes de Jerusalén.
"Busco escribir libros bellos, al margen de si se venden o no", dice a La Jornada
Confieren a Marco Antonio Campos el Premio de Poesía Casa de América
ARMANDO G. TEJEDA CORRESPONSAL
Madrid, 3 de junio. Viernes en Jerusalén es el libro con el que el poeta mexicano Marco Antonio Campos fue galardonado con el Premio de Poesía Casa de América, que concede anualmente la prestigiosa editorial Visor.
El jurado del galardón, presidido por el poeta español José Manuel Caballero Bonald, eligió la obra de Campos de entre 419 manuscritos originales, lo que significa la publicación y distribución del libro en España y América Latina, además de una compensación económica de 6 mil euros.
Campos, autor de más de 40 libros y experimentado colaborador en las publicaciones culturales mexicanas, se encuentra desde hace varios meses en un pequeño pueblo próximo a Bruselas, donde se enteró de la noticia.
Cuaderno de viajes itinerante
En entrevista con La Jornada, Campos reflexionó sobre el contenido del libro y acerca de la función de escribir.
En cuanto a la importancia de recibir este premio, resaltó el privilegio de ser publicado por Visor, una de las dos editoriales más importantes de poesía, junto con Hiperión.
El escritor expresó: ''no me importa tanto la cantidad de los lectores, sino que sea un buen libro. Lo que yo he buscado siempre, como decía Nietzsche es escribir bellos libros, si se venden o no es otra historia".
En relación con Viernes en Jerusalén, Campos explicó que ''es un libro inédito que abarca textos desde 1996 hasta 2004. Tiene poemas sobre mi infancia, el trabajo del poeta, sobre los viajes, el paso del tiempo y las desdichas amorosas. Es una especie de lo que comentaba el poeta romántico inglés Woodworth: dejar pasar el suficiente tiempo para que lo vivido hace mucho tiempo se volviera en el poema tiempo presente".
El poeta argumenta la razón del título: ''En el libro hay poemas en prosa y en verso, también hay cuatro poemas largos, pero al que le tengo especial afecto es al que da título al libro, Viernes en Jerusalén, que lo escribí cuando fui profesor invitado de la universidad de esa ciudad.
''En el poema está México, la política, la religión, la violencia, la guerra y al final también la esperanza de la paz. Pues esa urbe que siempre ha buscado ser una ciudad de la paz realmente milímetro por milímetro es una de las metrópolis más sangrientas que existen."
Pero la reflexión poética de Campos también tiene muy presente sus viajes y estancias en otras ciudades, por eso confesó que tiene algo de ''cuaderno de viajes, itinerante".
Prosigue: ''He querido hacer a lo largo de los años una bella biografía, a lo mejor sólo salió biografía y no bella, pero lo he intentado de esa manera, porque al final de cuentas la verdadera vida del poeta está en sus versos. Ahí se conoce al poeta".
-Usted regresa a la infancia, ¿pero cómo lo hace, desde la melancolía o desde la elegía?
-A veces recurro a lo que decía Rilke en las Cartas a un joven poeta, que cuando uno sintiera que los temas están agotados hay que buscar el mundo de la infancia, porque siempre tiene algo que decirnos. Es cierto, porque ese mundo siempre tiene momentos mágicos que hacen que la imaginación encarne más fácil en los versos.
''Lo que uno busca son los momentos significativos de la infancia, por eso hay poemas que hablan, por ejemplo, de los abuelos, del cine que uno vio o la primera niña que le descubrió el cuerpo. Mi infancia fue digamos difícil, pero feliz, yo tuve una niñez, como diría Borges, de una pobreza decente, pero muy libre, porque encontré en la calle la libertad, y ese respirar creo que está detrás de todo lo que he escrito."
Primero imaginar, luego la emoción
En relación con el oficio de poeta, Campos señaló que ''cuando se habla de la hoja en blanco para referir el trabajo del poeta, la verdad es que da un poco de pereza; ésas son cosas para la academia o para los críticos que creen en eso del enfrentamiento con la página en blanco o los juegos del blanco y los espacios.
''Creo que la poesía es emoción y en un segundo término imaginación. La inteligencia sirve como control de la emoción y de la imaginación. La poesía debe nacer de los sentidos, de los sentimientos y de la imaginación, y la inteligencia debe servir como control, pero la poesía tiene una gran parte irracional que no puede controlar la inteligencia. Por eso es que en algunos poemas me pregunto si quizá perdurarán o si valió la pena el sacrificio de la poesía a cambio de la vida, si no debí haber vivido otra vida y no haberme dedicado a escribir y a leer.
''Yo digo que a pesar de todo la pregunta sigue ahí, y que para mí no tendrá respuesta."
Campos finalizó: ''En todos los poemas del libro hay una idea presente: creo en una poesía elegible, pero con secreto. Por eso a la lírica mexicana le ha hecho mucho daño esa poesía abigarrada, oscura y de atmósferas, que es prácticamente ininteligible, pero es la que se estudia más en las universidades.
''Estoy en favor de la poesía de vuelo lírico, pero que diga algo, pues la poesía no se comprende del todo, pero debe haber una mínima comprensión, pues hasta el siglo XIX fue narrativa, siempre se contaba algo."