miércoles, junio 15, 2005

Más sobre Gurrola

Estoy contenta de encontrar cada vez más opiniones y lecturas distitntas sobre la versión de Gurrola de Hamlet. De hecho, la primera sorpresa fue que el texto representado, en realidad es una adaptación y traducción del propio Gurrola -en colaboración con Raúl Falcó-, recientemente publicada por la UNAM y presentada en la Casa del Libro.
De entre las notas que he revisado, me llamó la atención la que aparece en Letras Libres, en la que se critica, de entrada, que el teatro mexicano le dedique tantos espacios a Shakespeare, como si fuera el único dramaturgo cuya obra valiera la pena representar. Supongo que en algún momento se menciona que este año también se rinde homenaje a Shakespeare -lo mismo que a Cervantes- en distintos países del mundo, pero la verdad no lo recuerdo. Por supuesto hay una pequeña reseña sobre la puesta en escena de Gurrola, y por supuesto se habla mal de ella: se le atribuye recurrir al sensacionalismo, y se critica que Gurrola haya decidido -según la reportera- que podía prescindir de contar la historia verdadera y real de Hamlet porque supuestamente todos ya la conocíamos, y sólo nos entregara retazos de ella. Bueno, desconfío de mi memoria, y mejor entregaré próximamente la nota original. Lo que me llamó la atención es que el comentario iba más o menos en el mismo sentido de aquél por el que se desató la polémica, (y gracias al cual he indagado y descubierto más sobre Gurrola y Hamlet, pues por fortuna, la obra no resultó simplemente sensacionalista, sino que llamó la atención esta nueva revisitación a Shakespeare y ha sido tomada en cuenta por distintos medios para comentar su aportación al nuevo teatro) lo que me hace vislumbrar que, como en toda generación, siempre habrá visiones contrarias que encontrarán eco en convicciones del pasado o que tratarán de formar las que pertenecerán al futuro inmediato, y que ambas servirán para darle vida y fuerza al presente, ya sea a través del diálogo y el intercambio de ideas, o la refutación de las mismas y la búsqueda de nuevas conclusiones.
A continuación, dos reseñas: la primera, de La Jornada, sobre la presentación del libro, y la otra, del Reforma, sobre la lectura de la obra, que en realidad rescata pasajes del libro y de la puesta en escena, que al parecer son los predilectos de Woldenberg.

Presentaron la versión en español del creador escénico a ese clásico de Shakespeare
Descubre Juan José Gurrola a un Hamlet ''agudo, astuto, festivo y gran simulador''
CARLOS PAUL
Hamlet, el célebre personaje creado por William Shakespeare, más que ser un príncipe doliente, dubitativo, en busca de venganza, ''es un agudo, astuto y festivo gran simulador", que indudablemente se encuentra en el centro de un complot que lo afecta de manera directa en su herencia por el poder.
La anterior es la interpretación de Juan José Gurrola, Premio Nacional de Ciencias y Artes, a la clásica obra del dramaturgo inglés.
El creador escénico presentó ayer, en la Casa Universitaria del Libro, el volumen Hamlet, príncipe de Dinamarca. William Shakespeare, con traducción al español de su autoría.
Gurrola, quien estuvo acompañado por Hugo Gutiérrez Vega, Raúl Falcó, Daniel Giménez Cacho y Rodrigo Fernández de Gortari, explicó cómo inició la ''tarea monumental" de traducir Hamlet, hasta concluir dicha versión en prosa, ''revisada y mejorada" por Falcó.
Hace cuatro años, comentó el creador escénico, cayó en mis manos un pequeño librito escrito en 1950 por D.S. Savage, titulado Hamlet y los piratas, cuyo subtítulo provocó mi curiosidad: un ejercicio de detectación literaria.
Las primeras líneas en las que el autor explica abiertamente que va a ignorar las cuestiones metafísicas y éticas de la obra, para concentrase en descifrar las ramificaciones de la trama que han quedado relegadas por la mitología hamletiana, y que fueron las que impulsaron a Gurrola a descubrir a un Hamlet agudo, sagaz, astuto y festivo.
Ese punto de vista lo llevó a revisar la obra original en inglés, algunas traducciones como la de Estrada Marín y Madariaga, así como apoyarse de manera importante en el Dictionary of slang and unconventional english, que contiene coloquialismos, vulgarismos, apodos, jerga de bares y también palabras hoy en desuso de antiguos autores ingleses.
''Empecé a traducir casi a carcajadas al írseme revelando el gran simulador que es Hamlet. Travieso, intrigante y sobre todo comediante con muchas tablas y con un olfato fabuloso para el teatro y las respuestas del público."
Para Gurrola, Hamlet es un personaje que ''se burla o más bien blasfema contra el principio de casualidad", cuya complejidad los críticos han tratado de dilucidar en innumerables ensayos.
Escenificación en el teatro Carlos Lazo
La versión de Juan José Gurrola, destacó Gutiérrez Vega, ''asume el carácter intemporal de Hamlet, y convierte las palabras y las acciones de la tragedia en algo contemporáneo. Nos propone un acertijo y se dedica a resaltar los aspectos ingeniosos de la obra, de la agudeza de la que hace gala el príncipe cuando mete a todos en su laberinto y juega con el amor, la ternura maternal, el remordimiento, el cinismo y las intrigas palaciegas".
Gurrola ''nos hace partícipes de un nuevo matiz que los anteriores traductores (al español) no habían percibido. Y en esto, se hermana con Pasternak, cuya traducción de Hamlet al ruso es una obra de arte que homenajea con su rara perfección al texto original".
Con prólogo de Raúl Falcó, el volumen fue editado por el Departamento de Publicaciones de la Universidad Nacional Autónoma de México.
José Woldenberg - Hamlet 09-06-05
Juan José Gurrola ha vuelto a poner en escena Hamlet, y el papel del príncipe de Dinamarca lo encarna Daniel Giménez Cacho. Luego de verla y de leer el texto no puede uno quedar intocado.Hamlet es en primer término la exuberancia del lenguaje, la voluptuosidad del discurso, la capacidad de seducción de las palabras, el efecto hipnótico de lo bien fraseado. Ese primer contacto toca al espectador/lector, lo encanta y a partir de ahí aparece un mundo alucinante y alucinado.Hamlet es el conocimiento no deseado (la aparición del alma del padre que revela que fue asesinado), el descubrimiento de un crimen que trastoca la vida y la visión, el comportamiento y el lenguaje del príncipe huérfano. A partir de entonces, Hamlet expresa la angustia de vivir y la dificultad de cada decisión. Su razonamiento voluble, agudo, ansioso, expresará la zozobra en que transcurre la existencia; y sus ideas, como un péndulo, se moverán desde lo más íntimo a lo público; un ir y venir por la naturaleza humana, sus pasiones y su razón.Hamlet es la venganza impuesta, no deseada pero asumida. Cuando la sombra de su padre devela el asesinato y al asesino (su propio hermano, su sucesor, el nuevo rey), Hamlet contesta: "¿Qué lo sepa enseguida, para que, con alas tan veloces como la fantasía o los pensamientos amorosos, vuele a la venganza!" Y la venganza es un impulso vital que destruye todo lo aprendido: "Sí, borraré de las tabletas de mi memoria todo recuerdo trivial y vano, todas las sentencias de los libros, todas las ideas, todas las impresiones pasadas... Y sólo tu mandato (de venganza) vivirá en el libro y volumen de mi cerebro" (William Shakespeare. Obras completas. Tomo II. Aguilar. 1991. p. 231-32).Como el Quijote, en su real o impostada locura, Hamlet resulta luminoso. Se trata de la lucidez de la locura, del delirio razonable, de todo aquello que no podría -¿no querría?- decir el hombre de razón. Sus sentencias atraen y espantan. Dice Polonio: "Aunque todo es puro delirio, no deja de haber cierta ilación en ello... ¡Qué ingeniosas son a veces sus respuestas! Ocurrencias felices que suele tener la locura, y que ni la más sana razón y lucidez podrían soltar con tanta suerte" (p. 240).Hamlet es la ironía que acuchilla a la seriedad, el guiño perpetuo contra la solemnidad. Luego de que Hamlet mata accidentalmente a Polonio, el rey pregunta por él. "A ver Hamlet: ¿Dónde está Polonio?/ Hamlet: De cena/ Rey: ¡De cena! ¿Dónde?/ Hamlet: No dónde come, sino dónde es comido. Cierta asamblea de gusanos políticos está ahora con él" (p. 266). Se trata, entonces, de una tragedia a cada momento modelada por la mirada irónica que dinamita al tono grave que el narrador le inyecta a los acontecimientos. Como si Shakespeare se corrigiera a sí mismo, como si sintiera la necesidad de observar los sucesos con más de un lente, con más de una sensibilidad. El asesinato es en sí mismo una enorme calamidad y sus repercusiones resultan catastróficas, pero al mismo tiempo, y visto desde otra perspectiva, no es más que un minúsculo asunto que no trastoca el sinsentido de la vida.Hamlet puede ser una historia circular. Al final, Horacio, encargado de difundir la historia de Hamlet, dice lo que bien hubiera podido ser el principio de la obra: "Dejad que yo relate al mundo, que aún lo ignora, de qué modo han ocurrido estos sucesos. Así conoceréis de actos impúdicos, sangrientos y monstruosos; de muertes producidas por la astucia y la violencia, y como remate, de maquinaciones fallidas cayendo por descuido sobre la cabeza de sus inventores: he aquí lo que fielmente he de contaros" (p. 289). Una historia de ambiciones, crímenes, traiciones, amores frustrados, intrigas, pero que trasciende todo ello por la visión deslumbrada y pesadillesca del príncipe Hamlet.Como en las tragedias clásicas, Hamlet cree en el destino, es un determinista, pero a diferencia de los personajes de aquellas, se revela contra la fatalidad. Por un lado dice: "Si es esta la hora, no está por venir; si no está por venir, esta es la hora, y si esta es la hora, vendrá de todos modos" (p. 285). No obstante, sus acciones tienen la intención de contrariar lo que le impone la diosa Fortuna, "esa ramera". El mundo y sus personajes se le aparecen como un caos ominoso, pero por momentos tiene la vitalidad para pensar que él puede corregirlo. "¡El mundo está fuera de quicio!... ¡Oh suerte maldita!... ¡Que haya nacido yo para ponerlo en orden!" (p. 234). Sólo para después volver a caer en un profundo pesimismo.Hamlet es, parafraseando a Harold Bloom, "la invención de lo humano", en el sentido de que deja de ser un personaje arquetípico, unidimensional, para convertirse en el portador de las pulsiones que cruzan la vida y el pensamiento de los hombres. Dinamarca y el mundo son una cárcel, pero pueden no serlo si se les percibe de otra manera. La ambición puede desatar catástrofes mayúsculas, pero puede ser también "tan aérea y ligera como la sombra de una sombra".Hamlet es la autoconciencia de lo humano. Un momento estelar de la introspección, una fuerza de la naturaleza que se trasciende a sí misma, una revelación reflexiva (aunque sea una contradicción en sus términos). "¡Qué obra maestra es el hombre! ¡Cuán noble por su razón! ¡Cuán infinito en facultades! En su forma y movimiento, ¡cuán expresivo y maravilloso! En sus acciones, ¡qué parecido a un ángel! En su inteligencia, ¡qué semejante a un dios! ¡La maravilla del mundo! ¡El arquetipo de los seres! Y, sin embargo, ¿qué es para mí esa quinta esencia del polvo?" (p. 242).Hamlet es una identidad escindida que es capaz de ver más lejos que el resto. Por ello la muerte es al mismo tiempo aterradora ("esa ignorada región cuyos confines no vuelve a traspasar viajero alguno") y redentora ("cuando nos hayamos librado del torbellino de la vida"); la conciencia al mismo tiempo que ayuda a descifrar la vida, también petrifica, lleva a la inacción ("la conciencia hace de todos nosotros unos cobardes"). Entre la opresión de la vida (no repetiré el célebre pasaje de "ser o no ser") y el temor a esa zona inexpugnable que es la muerte, transcurre la existencia humana: luminosa como la locura, esclava de múltiples pasiones, conjugando la virtud y el vicio, libre y sumisa.Hamlet es, como dice la reina, su madre, un "loco como el mar y el viento cuando disputan entre sí cuál es más fuerte".¿Todo eso está en la puesta en escena de Gurrola? No lo sé. Cada espectador sacará sus conclusiones. No obstante, creo que la obra es eso -y mucho más.

martes, junio 14, 2005

Ahora mujer

Ahí donde trabajo hay una sección dedicada a hacer una página de internet con archivos de escritores mexicanos, cartelera, talleres, e invitaciones. Cada mes se elige uno o varios escritores, se les hace una entrevista o semblanza y se acota una brevísima selección de textos, dejando al alcance del lector la bibliografía entera. Si alguno que leyera esto se interesara en ella, la página es: www.cnipl.literariainternacional.com.
Este mes, la invitada es Carmen Boullosa, quien fue elegida aprovechando que acaba de publicar una nueva novela. Me llamó mucho la atención el texto que resultó de la entrevista y a continuación lo comparto (editado, pues está muy largo); con suerte también les da ganas de conocer algo de su obra.

Por: Adriana del Moral Espinosa
“Nunca me pongo en la disyuntiva de si soy poeta o novelista o dramaturga. Pienso que soy escritora y ya”, explica Carmen Boullosa; escritora lúdica, extravagante, inverosímil, fantasmagórica. No existe nada en la literatura actual semejante a esta bruja-duende de la literatura, como la describió Vicente Leñero.
Para Carmen Alardín, ella es “uno de los pocos casos en que se dan felizmente la dramaturga y la poeta. Y aunque su teatro tiene mucho de poético, su poesía es esencial, escueta, y nada tiene de drama.” Ya en los ochenta José Ramón Enríquez escribía en Proceso: “Dijo algún día Breton: ‘la obra de Frida Kahlo es una cinta de seda alrededor de una bomba'; en el caso de Carmen Boullosa, establecidas las diferencias, cabe decir lo mismo”.
Nació en 1954 en la Ciudad de México. En 1976 obtuvo la beca Salvador Novo de Bellas Artes, y en 1992 la de la Fundación Guggenheim. Fue redactora del Diccionario del Español en México de El Colegio de México. Su obra ha sido traducida al inglés, alemán, austriaco, holandés y francés.
En la adolescencia perdió a su madre y a su hermana María José. Desde los quince años sentía que era escritora. Escribía muchos versos, algunos con canciones, pero afirma que no guarda ni uno porque “eran malísimos”.
Más tarde hacía libros empastados por ella misma, pero no los mostraba a nadie, porque “ser escritor es una vergüenza (...) el escritor es un traidor de todas las situaciones, es un ser de poco fiar. En cualquier novela de cualquier escritor sale todo lo de la gente que le rodeaba y que convivió con él. El escritor le saca a la gente todo cuanto puede para utilizar y hacer parte de su libro, con mayor o menor fortuna.”
Boullosa rechaza tajantemente la idea de individuo, y aclara que el autor no escribe necesariamente desde su intimidad, porque “desde nuestra más profunda intimidad somos parte de los otros, hechos de los otros (...) Mi piel son ustedes y lo que la ha formado. Fuera de los otros me desintegro, estallo como la masa en el vacío.”
Escribir a lo etéreo para escapar de sí misma
Carmen Boullosa hizo estudios de Lengua y Literatura Hispánica en la Universidad Iberoamericana y en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), pero no terminó la carrera en ninguna de las dos. En la universidad sentía que no tenía nada que estar haciendo allí, que más bien tenía que escribir.
“Lo que a mí me interesaba era escribir, un poco a lo etéreo, sin pensar en publicar ni en hacer una vida profesional, una carrera de la escritura. No pensaba en eso. Tardé en darme cuenta que libro que se publicaba, libro que se leía y se criticaba.”
En su opinión, todo aquel que escribe lo hace “porque no puede escoger otro tema, si es auténtico. No es para obtener dinero. Uno escribe o se muere.”
Para ella, “los textos literarios son seres vivientes y comen, como el vampiro, sangre fresca.”
“(...) me parece que en los escritores hay siempre una máxima que les dicta: ‘fáltate al respeto a ti mismo'. Esta es una necesidad de la vocación del escritor. Al él no le pertenecerá ya más ni su intimidad, ni su memoria, todo será parte del archivo con que trabajará para armar sus páginas, todo será material de trabajo, materia prima por decirle así. El autor se usará irrespetuosamente.”
Confiesa que le gusta muchísimo más el mundo literario que el de la vida real. “Digamos que si soy escritora nunca fue para buscarme a mí misma. Siempre he tratado de escapar de mí, me caigo muy mal, no me gusta estar en mí.”
Carmen podría resultar hasta misántropa en cuanto al mundo literario se refiere: “Yo no creo en el amiguismo. Más bien creo que la amistad, en el caso de la literatura, es profesional”. Afirma que casi no lee novelas mexicanas “porque no soy crítica literaria”, y pese a que algunos de sus amigos artistas son como sus hermanos, más bien es fruto de un agruparse con gente que tiene algo en común con su mundo de sensaciones e inquietudes.
Además de escribir de manera entre compulsiva y disciplinada, Carmen elabora libros de los llamados de “artista”, con los que ha participado en exposiciones en el Museo Carrillo Gil, el de Arte Moderno de la Ciudad de México y la Sala Pablo Ruiz Picasso de Madrid, entre otros.
Los libros de arista son piezas hechas de manera artesanal con prensas planas de tipo móvil y papel de alta calidad en tirajes menores a los cien ejemplares. Aprendió el oficio con Juan Pascoe, en el Taller Martín Pescador, donde se publicó su primer poemario, La memoria vacía (1977).
Su propio taller se llama Tres sirenas, y ha editado obras diversas, como El libro del olvido de su amiga pintora Magali Lara o Las debutantes y una visita, donde aparece un cuento suyo ilustrado por Marcos Linares.
Poeta, dramaturga, novelista
Considera a Ramón López Velarde su padre poético. En poesía ha publicado La memoria vacía (1977), El hilo olvida (1978), La infiel, Ingobernable (1979) , La salvaja (1987), La bebida (2002), Salto de mantarraya y La delirios, entre otros.
Su obra también forma parte de la antología Ellas, voces, poemas, de Ana Belén López. Aquí se reúne el trabajo de poetas como Elsa Cross, Mónica Nepote, Myriam Moscona, Carmen Villoro y Verónica Volkow.
Sin embargo, explica que su escritura no puede estar circunscrita únicamente al género poético. “Si fuera nada más poeta, hubiera escrito muchos poemas malos, porque yo necesito escribir. Para mí escribir es un placer, un sedante. Y según yo un buen poema tiene que ser escrito en un momento límite, en un estallido.”
Ha escrito las obras de teatro Trece señoritas (1983), Cocinar hombres (1985), Los totoles (1985), Mi versión de los hechos (1987), Roja doméstica, Propusieron a María (1987), Jardín Elíseo (1996); y es coautora de XE Bululú (1984).
A muchas de sus obras se les ha emparentado con el teatro del absurdo, aunque la autora rechace estar dentro de esa tradición.
Aura y las once mil vírgenes fue escrita especialmente para su compañero, Alejandro Aura. En ella, el protagonista sueña que por mandato divino debe tirarse a las once mil vírgenes que aún quedan en el mundo.
En Mi versión de los hechos aparecen dos personajes pintores: Magali Lara, quien es para ella como una hermana, y José Luis Cuevas, ilustrador de la versión impresa de la obra. Esta es una historia sobre el cansancio de una mujer harta de seducir y conquistar que simplemente busca estar en paz en cualquier parte.
En su propia opinión, Antes es la novela de todas sus novelas. Por ella, recibió el premio Xavier Villaurrutia en 1989. Aunque “es una obra que se comió mis recuerdos”, explica que la protagonista del libro, no es Carmen Boullosa. “Por un acto de posesión literaria, la personaje sin nombre que es protagonista y narradora de Antes , tomó mi fecha de nacimiento, mi casa y un miembro de mi familia (mi abuela) para contar su historia, una historia que no es la mía (...)”
“Nací en la misma ciudad, en el mismo barrio; fui a la misma escuela. Tuve la misma abuela que ella, el mismo tío Gustavo, pero no tuve su misma alma, ni su mismo conflicto, ni su misma mirada (...), la condené, escribiéndola, a un destino atroz que no es la vida y no es tampoco la muerte.”
En un ámbito completamente distinto se sitúa Son vacas, somos puercos (1991) , historia de piratas en el Caribe del siglo XVII. Esta obra implicó una exhaustiva preparación documental por parte de la autora, que fue enriquecida y filtrada por su fantasía.
Por esta novela, el escritor colombiano Álvaro Mutis nombró a Carmen miembro de la cofradía “Etonant Voyager”, que significa Viajeros sorprendentes. El grupo reúne a escritores de viajes y viajeros, y tiene sede en Saint Malo, en Bretaña.
El médico de los piratas (1992), tiene la misma anécdota de Son vacas, somos puercos, pero contada de forma distinta. Para la autora, esas dos obras, junto con Isabel, “roja noveleta rosa de vampiros”, formaría una trilogía que podría llamarse “Soy el esclavo que perdió su cuerpo”.
Boullosa, prolífica escritora, revela: “Es posible que mi oficio de escribir no haya tocado mis áreas volitiva y racional simplemente porque carezco de ellas. Soy un atado de bajas pasiones proclive a la gran aventura que es escribir.”

lunes, junio 13, 2005

De un autodidacta a otro (para Mote)

Y si es difícil darse cuenta de lo que están haciendo los escritores mexicanos, no digamos los artistas plásticos. Más allá de Toledo y Gabriel Orozco, o los de siempre, los más famosos Rivera, Kahlo, Siqueiros, Orozco y Tamayo, como si fueran los únicos y después de ellos no hubiera nadie más (aclaro: su fama mundial no nulifica su obra, sólo hace evidente la falta de interés por otros artistas), actualmente hay joyitas escondidas en nuestra ciudad y lejos de ella, que no dejan de trabajar y que a duras penas se van dando a conocer. Aunque si bien recuerdo, Sergio Hernández ya había expuesto en el MAM, sólo que de eso hace tiempo y no se había puesto otra exposición de él. Creo que -para variar- se conoce más su trabajo en el extranjero que aquí, pero por eso, ahora tendremos la oportunidad de visitar dos exposiciones suyas. Después de ver la foto de uno de sus grabados en el periódico, me dí cuenta de que por fortuna, todavía hay creadores que acuden a la imaginación, que deciden transformar su entorno exterior mezclándolo con paisajes interiores, que tal vez parten de recuerdos, sueños o visiones pesadillescas, y dan por resultado una confrontación de líneas y figuras que parecen lidiar armónicamente en el mismo espacio para crear, a la vez, su propio espacio. Son trazos fuertes, directos, libres; consecuencia de la obsesión, autocrítica, reflexión y búsqueda contínua de nuevas directrices que suelen invadir a los autodidactas, sea cual sea su campo y medio de expresión. Y no me dejará mentir aquél que no duerme a causa de la ansiedad por agregar o quitar colores, texturas, un ojo, una mano. Es una ansiedad distinta de quien sabe qué líneas, qué fondos, qué contrastes deben conjugarse, tienen que aparecer para ser parte de tal o cual estructura, corriente, amalgama, atadura, a final de cuentas, porque son contados los casos de quienes aprovechan lo que aprenden de las reglas para romperlas. Y lo mismo con la música. Y sobre todo, con las palabras, porque no es lo mismo escribirlas ordenadamente que seguir un orden para escribirlas.
En fin, que es hora que los museos dejen atrás su función de mausoleo y quienes los dirigen pierdan el miedo de invitar a los artistas vivos. Que se necesita un arduo trabajo para buscar calidad, es cierto, porque ya es públicamente sabido que estudiar en renombradas escuelas de arte no es garantía (luego paso la nota publicada en Proceso), ni tampoco puede juzgarse a la obra o al artista por su juventud o madurez. Por lo pronto, Sergio Hernández.
Entrevista publicada en La Jornada, el 8 de junio de 2005.
Sergio Hernández despliega historias con su abecedario autodidacta
Con esta técnica, el artista trabajó las ilustraciones para una carpeta a propósito de la obra de Quevedo ''Hago color como una forma, si no experimental, sí como curiosidad''
MERRY MACMASTERS

"Cada vez descubro que con lo monocromo me resulta más directa la comunicación con el espectador", dice el artista a La Jornada
Conocido más como pintor, para Sergio Hernández (Huajuapan de León, Oaxaca, 1957) incursionar en el grabado ha significado hacerlo sin concesiones.
Mientras por una parte el grabado ''no implica gran inversión en la cual puede uno atreverse más, al experimentar, por la otra, la misma técnica impide una manipulación exagerada del virtuosismo, porque es directo, llámese buril o punta seca. No hay tiempo, no hay concesión''.
Continúa: ''Ahora estoy en esa etapa que me da el grabado: poder hacer con mucha libertad, sin pensar en qué va a resultar, como en la pintura, que está más limitada por esas situaciones. Lo mismo me pasa en la escultura que me está dando mucha libertad.
''Por fin estoy entrando a la pintura por medio de una relación mucho más directa, sin preocuparme tanto por las técnicas. Porque he sido muy cuidadoso también con las formas en la pintura. Entonces, por fin conseguí una relación, digamos, saludable con mi trabajo.''
Por primera vez el artista realiza una exposición de grabado. Originada en el Instituto de Artes Gráficas de Oaxaca (IAGO), Estampas de Sergio Hernández se inaugurada hoy a las 19:30 horas en el Centro de Cultura Casa Lamm (Alvaro Obregón 99, colonia Roma).
Integrada por una selección de grabados hechos en diferentes épocas, para su estadía en Casa Lamm se le ha agregado una carpeta nueva, Eklipsis, realizada en el taller oaxaqueño de Fernando Sandoval, en la que se impone el color negro.
Explica: ''En lo técnico me interesa mucho el ácido y lograr los negros más fuertes mediante el carborundum, que consiste en rayar la placa hasta lograr un negro muy aterciopelado. Y de allí limpiar lo que uno quiere resaltar de luces.
''Cada vez descubro que lo monocromo me resulta más directo para comunicar mi trabajo al espectador. Al principio abusé mucho del color, sobre todo en la pintura y en algunos grabados como los del Popol Vuh que hice en el taller de Peter Bramsen, en París.
''Me quedé con la sensación de que cada técnica tiene sus propias características y recursos para lograr una afinidad con lo que se quiere hacer.
''En el caso del grabado, para mí es el negro. No lo concibo mucho con el color, aunque a veces hago color como una forma, si no experimental, sí como curiosidad. Sin embargo, en realidad lo que siempre he tratado es el blanco y negro en aguafuerte, aguatinta, azúcar, ácido directo, con buril o punta seca, que es el color aterciopelado que busco.
''Sobre todo el negro logrado como un medio de incidir en el metal, como tratar de sacar de la viruta del metal borrándolo y volviendo a dibujar.''
Cercanía entre gráfica y escultura
Así fue como Hernández trabajó las ilustraciones del libro barroco sobre Francisco de Quevedo, Sueño de la muerte, cuyo resultado fue una carpeta de nueve grabados al aguafuerte realizados en el taller madrileño de Denis Long.
Allí dibujaba la placa y ya que estaba terminada, la borraba para ver qué quedaba del negro. Este ejercicio vino a ser un homenaje a Cy Twombly y su grafismo. El negro también como parte de una contracara del color de sus óleos o de sus esculturas. Su gráfica, dice, se acerca más a sus esculturas. El esgrafiar sus esculturas.
Anota: ''Cuando hago mi escultura trato de evitar lo liso. Entonces, rayo la superficie, y esto lo traslado a la gráfica. Por lo general son una especie de tatuajes, como los que hacen en los cuerpos. Pero, al igual que en la piel, en la placa nunca va a ser un negro profundo. Para lograrlo hay que atacarlo muchas veces en el ácido. Se requieren de muchos recursos técnicos, pero me gustaría que las placas nada más fueran negras, sin ningún dibujo, sin tocarlas, aunque no sé cómo llegar a eso''.
En lo temático, Hernández es fiel a sí mismo al recurrir una y otra vez a la muerte, el amor; la vida en la calle, es decir, los mercados, los basureros; la naturaleza, o una casa que, por cierto, fue su primer dibujo infantil.
Se trata de una especie de abecedario que no aprendió en la escuela, sino de manera autodidacta con la finalidad de contar sus propias historias.
Con eso de que hay tantos temas que tocar, que se pierde uno, al menos ''yo sí, entonces, he optado por este lado. Con la escultura es igual. Cuando tenía 11 años hice mis primeras esculturas de madera, las pinté con yeso y las enterré para darles textura. Ahora he vuelto a enterrar mis esculturas en cinabrio''.
Son piezas, adelanta Sergio Hernández, que se podrán ver en una exposición que prepara para el 22 de septiembre en el Museo José Luis Cuevas. También alista una muestra de esculturas en plata que hizo para la casa Tane, así como otra escultórica en Guadalajara.