Una historia violenta: La novia en su máxima virilidad
Ayer descubrí por qué es riesgoso tratar de definir la obra de un autor y a partir de ello confiar plenamente en lo que ha de presentarnos: después de ver Crash o Spider, ¿quién dudaría en ir a ver la nueva película de Cronenberg?
Es obvio que cuando nos enteramos de alguna novedad de nuestro escritor, músico, director, etc., favorito, siempre resulta emocionante averiguar en qué consiste la novedad, pero con cierta expectativa basada en las características estilísticas a las que nos hemos habituado en sus trabajos anteriores.
Sin embargo, en cuanto acabó Una historia violenta, lo primero que me pregunté fue ¿acaso Cronenberg se ha vuelto un prestanombres cuya participación en la cinta se limitó a indicar qué tan destrozados debían quedar los rostros o cuerpos de quienes resultaron muertos?
Por ahora, debido a que es una película recién estrenada y que tal vez no han visto muchos, me limitaré a decir que la expectación se convierte en decepción en cuanto empieza la segunda escena, y aumenta conforme avanza la historia; de momento uno cree que se equivocó de cine, que está viendo alguna producción hollywoodense en la que el bueno acaba con los malos porque sigue sus añejos instintos asesinos; en la que el misterio se mantiene hasta los primeros 30 minutos y de ahí en adelante todo se vuelve predecible y salpicado de clichés hasta la última escena; en la que el bueno defiende su derecho a vivir felizmente el american dream.
Además, después de la primera pelea es imposible no pensar que estamos ante la historia de La Novia de Kill Bill, pero en masculino, a puño limpio, uno que otro balazo y apenas uno que otro chorrito de sangre.
Algo similar ocurrió con Hostal. Clasificada como tipo D a causa de escenas altamente perturbadoras, seleccionada en el Festival Internacional de Cine Contemporáneo y producida por Tarantino; otra vez llega la duda: no tenemos ni idea de quién es el director, pero ¿por qué no ir a verla, reconociendo que uno tiene ese lado morboso y aficionado a los descuartizamientos, el canibalismo, la sangre a chorros y las historias ominosas en que se desarrolla tanta muerte y destrucción? Además, si Tarantino la produce, es por algo.
Pero nuevamente, después de un parco inicio dotado de sexualidad para nada explícita y menos pornográfica –como muchos esperaban-, en el que la historia pinta a un trío de estudiantes norteamericanos cuyo único interés, estando de visita en Europa, es acostarse con la mayor cantidad de mujeres europeas; cuando uno cree que el punto álgido ha llegado… todo se derrumba en imágenes que sugieren descuartizamientos, tortura y sangre a chorros. La cámara echa rápidos vistazos a lo que ocurre en una especie de matadero para humanos, pero nunca se detiene, siquiera una sola vez, en el proceso completo. Los escritores del guión por supuesto desconocen el significado de lo ominoso, y nos regalan una historia llena de pistas –no vaya a ser que no adivinemos o entendamos que a la A le sigue la B- que hacen de la película un montón de sucesos predecibles y por si fuera poco, absurdos o sin el menor cuidado en la continuidad a la hora de hacer la edición.
Su único punto a favor fue que a la cofradía de cazadores se ofrecía el precio más alto por los cuerpos norteamericanos. Y lo único que justifica la producción de Tarantino es que aparecen sendos homenajes a Pulp Fiction. Nada más.
Ayer descubrí por qué es riesgoso tratar de definir la obra de un autor y a partir de ello confiar plenamente en lo que ha de presentarnos: después de ver Crash o Spider, ¿quién dudaría en ir a ver la nueva película de Cronenberg?
Es obvio que cuando nos enteramos de alguna novedad de nuestro escritor, músico, director, etc., favorito, siempre resulta emocionante averiguar en qué consiste la novedad, pero con cierta expectativa basada en las características estilísticas a las que nos hemos habituado en sus trabajos anteriores.
Sin embargo, en cuanto acabó Una historia violenta, lo primero que me pregunté fue ¿acaso Cronenberg se ha vuelto un prestanombres cuya participación en la cinta se limitó a indicar qué tan destrozados debían quedar los rostros o cuerpos de quienes resultaron muertos?
Por ahora, debido a que es una película recién estrenada y que tal vez no han visto muchos, me limitaré a decir que la expectación se convierte en decepción en cuanto empieza la segunda escena, y aumenta conforme avanza la historia; de momento uno cree que se equivocó de cine, que está viendo alguna producción hollywoodense en la que el bueno acaba con los malos porque sigue sus añejos instintos asesinos; en la que el misterio se mantiene hasta los primeros 30 minutos y de ahí en adelante todo se vuelve predecible y salpicado de clichés hasta la última escena; en la que el bueno defiende su derecho a vivir felizmente el american dream.
Además, después de la primera pelea es imposible no pensar que estamos ante la historia de La Novia de Kill Bill, pero en masculino, a puño limpio, uno que otro balazo y apenas uno que otro chorrito de sangre.
Algo similar ocurrió con Hostal. Clasificada como tipo D a causa de escenas altamente perturbadoras, seleccionada en el Festival Internacional de Cine Contemporáneo y producida por Tarantino; otra vez llega la duda: no tenemos ni idea de quién es el director, pero ¿por qué no ir a verla, reconociendo que uno tiene ese lado morboso y aficionado a los descuartizamientos, el canibalismo, la sangre a chorros y las historias ominosas en que se desarrolla tanta muerte y destrucción? Además, si Tarantino la produce, es por algo.
Pero nuevamente, después de un parco inicio dotado de sexualidad para nada explícita y menos pornográfica –como muchos esperaban-, en el que la historia pinta a un trío de estudiantes norteamericanos cuyo único interés, estando de visita en Europa, es acostarse con la mayor cantidad de mujeres europeas; cuando uno cree que el punto álgido ha llegado… todo se derrumba en imágenes que sugieren descuartizamientos, tortura y sangre a chorros. La cámara echa rápidos vistazos a lo que ocurre en una especie de matadero para humanos, pero nunca se detiene, siquiera una sola vez, en el proceso completo. Los escritores del guión por supuesto desconocen el significado de lo ominoso, y nos regalan una historia llena de pistas –no vaya a ser que no adivinemos o entendamos que a la A le sigue la B- que hacen de la película un montón de sucesos predecibles y por si fuera poco, absurdos o sin el menor cuidado en la continuidad a la hora de hacer la edición.
Su único punto a favor fue que a la cofradía de cazadores se ofrecía el precio más alto por los cuerpos norteamericanos. Y lo único que justifica la producción de Tarantino es que aparecen sendos homenajes a Pulp Fiction. Nada más.