miércoles, agosto 24, 2005

Ícaros de metal

...El accidente de Tans se debió a vientos cruzados, señaló el representante de la compañía, Jorge Beleván, quien no obstante no confirmó el número de muertos y heridos. Según la organización Aviation Safety Network, la empresa peruana Tans, acumula desde 1992 seis accidentes.
La tragedia de hoy es la quinta que involucra a aviones de líneas comerciales en lo que va del mes. Los cuatro anteriores dejaron un saldo de 294 muertos y tres desaparecidos.
La semana pasada, el martes 16 de agosto, un MD-82 de la empresa colombiana West Caribbean se estrelló en Venezuela matando a sus 160 ocupantes. Tres días antes un Boeing 737 de la aerolínea chipriota Helios, se estrelló cerca de Atenas, falleciendo los 121 pasajeros y tripulantes.
El 6 de agosto, un biturbohélice ATR-42 perteneciente a una empresa tunecina se precipitó en el Mediterráneo, cerca de la costa de Sicilia, dejando 13 muertos y tres desaparecidos. Y el 2 de agosto un avión Airbus A340 de Air France en Toronto, se incendió al aterrizar, pero no hubo víctimas fatales gracias a la rápida evacuación de sus 309 ocupantes, y sólo se reportaron unos 40 heridos.
(de La Jornada)
Y Mote dice que estas cosas no pasan todos los días. Pero me queda claro: quien quiera volar, que se implante unas alas de águila, halcón, gaviota, albatros, o qué se yo. Tal vez la industria de la clonación pueda ayudar en algo...

martes, agosto 23, 2005

Cortazarianas III

Iba el joven pensando en lo que debería comprar para preparar la comida antes de que su hambrienta amada llegara a casa. Había pasado dos estaciones desde que subió al metro, cuando le llamó la atención el fuerte olor a quemado que empezaba a filtrarse por la ventana, pero se intrigó más al mirar el humo que acompañaba a aquel olor. La gente empezó a alarmarse, pues el humo pronto inundó el vagón y parecía que la velocidad disminuía. El joven también se impacientaba, sobre todo porque miró hacia el vagón vecino y no alcanzaba a distinguir más que la blanca densidad del humo... Al fin llegaron a la siguiente estación, y antes de decidir si bajaba y se iba caminando a casa, el joven fue arrastrado por remolinos de mujeres histéricas que habían tomado a sus hijos en brazos y salían corriendo, gritando: "¡El metro se está quemando!", realmente angustiadas y desesperadas. Y ni qué decir de la gente que salió huyendo del vagón vecino, algunos llorando de miedo... El pánico se desencadenó a lo largo del andén y todos los vagones fueron desalojados entre atropellos.
Ya en la calle, sin dejar de pensar en la irresponsabilidad de los encargados del mantenimiento, el joven recordó haber escuchado un sonido como de algo reventándose antes de percibir el olor a quemado y el humo blanco... Plástico. Llanta. Refacción... Qué miedo.