El siguiente texto se había estado traspapelando entre las diferentes versiones del pequeño primogénito que espero asome pronto los ojos al mundo. Creo que se llamará Not about you anymore, y creo que este texto no debería quedarse fuera. Si pudiera, lo publicaría en un aparato en el que, al empezar a leerlo, se activara el video que aquí lo acompaña.
XIII. Minimalia
Arrastro mi cuerpo hasta la telaraña de tuberías oxidadas
que soñé hace unas noches
y que prometía ser mi nueva guarida.
Sin embargo mi cuerpo no sabe detenerse,
no quiere resguardarse
y se queda un rato mirando
las costras y las goteras de
esa telaraña-escalera;
y luego, sin dudarlo,
se sigue de largo.
Me voy quedando,
me voy quedando atrás
porque ya no me llega el aire,
ya no me llena;
porque mi cerebro
se inunda de melancolía,
porque mis pasos
se arrastran
aferrándose al lodo y a los charcos,
al pasto y las calles
que antes recorrí
sin estar tan sola,
sin guardar en mis ansias
tanta desesperanza,
sin sentir que el frío punza
mi piel caliente y viva,
tan imprudentemente viva,
tan exaltada
y sola.
Camino pues,
sin pensar mucho en los pasos
que voy dando,
en las calles que se deslizan
a mi lado,
en los rostros
que miro y esquivo,
en los golpes que doy y me van dando.
Cruzo avenidas
con el vértigo de dejarme seducir
por la quietud a media calle,
a la espera de un elefante que embista mi cuerpo,
y sólo veo autos.
Me pregunto cuál sería la velocidad y el tamaño de un auto
para igualar la capacidad destructora de un elefante
que, al correr despavorido por esta calle
y encontrarse conmigo,
destrozara mi cuerpo hasta dejarlo irreconocible.
Sin embargo miro ambos lados de la calle
y cruzo cuando no hay autos.
Y camino esquivando coladeras abiertas
y me cuido de limpiar mi nariz
cuando noto
que no estoy respirando.
¿Qué pasa?
¿No hay verdadera tinta en mis zapatos?