jueves, julio 14, 2005

En el Sueño de la muerte

No estoy segura, pero si tienen suerte, tal vez puedan alcanzar a ver la exposición de grabado de Sergio Hernández en Casa Lamm. Está dividida en dos: las imágenes que hizo a partir del libro Sueño de la muerte, de Quevedo y la serie Casa y Constelaciones.
Es importante entender que cuando un artista plástico o gráfico decide "ilustrar" una obra, no se trata de hacer imágenes que expliquen o retraten el texto en cuestión, sino de "reseñar", a partir de su propio lenguaje, lo que acaba de leer. Hago esta aclaración porque hasta hace poco todavía abundaban las revistas o libros que incluían dibujos con personajes tratando de interpretar un pasaje de la novela o el cuento, incluso de un poema. Es más, aunque es común encontrar este tipo de ilustraciones en los libros infantiles, no estoy segura de cuál sea su función; digamos que no me convence la idea de pre-establecer arquetipos o paisajes a una lectura que busca activar la imaginación de los niños. Sin embargo, ¿cuándo nació esta tradición de ilustrar libros y con qué fin? Es obvio que la imagen y la escritura comparten una historia que ha evolucionado y rebasado los límites del papel, desde los pasquines y las noveletas, las historietas, los cómics, los cuentos clásicos editados y adaptados al cine animado o a la televisión, y ahora la nueva moda de trasladar novelas e historietas al cine. Hay pintores que incluyen versos o fragmentos de alguna historia en sus cuadros, así como escritores que se encuentran con algún dibujo, algún color, alguna imagen que les envuelve y sobresalta hasta el punto de convertir esa sensación en poema o ambiente para un cuento; es más, creo que a varios nos ha pasado que miramos los personajes de un cuadro o de alguna foto y les inventamos una historia, y luego nos asombramos al mirar la ficha técnica y leer en el título algo de lo que nos acabamos de imaginar.
Es imposible saber cómo fue el proceso de lectura de Sergio Hernández, cómo visualizó, cómo le sonaron las palabras; lo importante es lo que quedó después de la poesía: el recuerdo guiando cada trazo, pero también la necesidad propia de expresar la muerte y sus abismos o los múltiples habitantes de ella. La mezcla de su imaginario con el imaginario de alguien más -en este caso Quevedo-, da por resultado un híbrido independiente, pues no se refiere específicamente a la obra poética ni al estilo característico del pintor, pero en la mezcla se siente la fuerza de ambos. No sé si alguien le propuso este ejercicio a Sergio o si él se aventuró por su cuenta; de cualquier forma se trata de un tema que él ha trabajado antes y que está latente en todo lo que recuerdo haber visto en aquella exposición, hace algunos años, en el MAM. La diferencia es que en estos grabados, la muerte -o mejor dicho las calaveras, que irremediablemente nos refieren a la muerte- parece más imponente, más lúgubre y hasta terrible. Supongo que eso se debe a la naturaleza del grabado: los trazos fuertes, profundos, violentos, y el ambiente oscuro, es provocado -me explica Mote- por la hendidura provocada en la placa y el tiempo que se deja actuar el ácido sobre ella, que por eso se dice que la ataca, pues puede lograr distintas gamas de grises hasta el negro total. Ya imaginarán a las calacas mostrando los dientes, desgreñadas, como danzando, como amenazando con sus brazos en alto; a veces agrupadas por tríos o cuartetos, a veces solitarias, mirándonos serias, con un dejo de ironía. ¡Ah! Pero no sólo hay calaveras humanoides. Existe el reino de las calaveras, nuestro reino, tal vez, calavéricamente paralelo: grillos-calavera, polillas-calavera, arañas-calavera; ángeles, demonios y dioses-calavera. No se me puede olvidar uno de los grabados más grandes, que parece una escena de Cristo crucificado, rodeado de ángeles y ánimas, pero todos transformados, deformados, con miradas vacías algunos y aterradoras otros, que parece también una imagen como de aquelarre, como de crucificción pero de un demonio. Si no me confundo, creo que también hay una imagen que recuerda a la de la virgen Guadalupe, pero con elementos nada celestiales.
La otra parte de la exposición está compuesta por una serie que a primera vista parece muy abstracta. En realidad sí lo es, aunque no muchos artistas han recurrido al grabado para hacer trabajos abstractos, ya que lo más que se puede lograr es un juego con los contrastes y los espacios. Sin embargo a mí me pareció un experimento valioso, pues hay líneas y composiciones secretas bajo lo negro. Sí, miren: a primera vista parece que son puras manchas negras con algunos espacios en blanco, pero si se acercan, encontrarán líneas grabadas y atacadas, por lo que también están negras pero en relieve. Y los juegos con el blanco no son gratuitos, remiten a muchas imágenes, paisajes si se quiere; sólo que ahí yo no puedo interpretar por cada uno de ustedes. Me tomo la única libertad de contarles que después de visitar la exposición llovió mucho, y al andar por la calle y ver los charcos enormes y los árboles, los cables de los postes, y el cielo con sus nubes reflejados en ellos, pensé de inmediato, casi automáticamente, en aquellos grabados.
Los dejo con esta invitación -que había hecho antes, pero tal vez de forma muy vaga- y espero la encuentren todavía.

lunes, julio 11, 2005

Dos reseñas

La entrevista del sábado pasado fue algo confusa y vaga. Me parece que el conductor todavía no tiene experiencia suficiente en su labor y no supo guiar la conversación; se limitó a hacer un par de preguntas a cada uno de nosotros y luego se soltó hablando de sus logros y proyectos personales como aficionado al teatro. Creo que pudimos haber discutido cuestiones más interesantes que el hecho -sabido por todos- de que nadie vive actualmente de lo que crea. Me hubiera gustado que habláramos de nuestros procesos de escritura, de los temas que buscamos, de las propuestas que hacemos.
No sé si alguien, además de nuestros familiares, escuchó o ha escuchado el programa, pues me gustaría conocer alguna opinión más objetiva. Por lo pronto les comparto las dos últimas reseñas que grabé; creo que no lo había mencionado, pero el programa tiene como patrocinador a la Editorial Ficticia, por lo que la idea es promocionar sus libros y a cambio, ellos regalan al público cinco ejemplares del título reseñado. Aunque a veces me gustaría ahondar sobre distintos aspectos, debo contenerme y reducir mi nota a 3/4 de cuartilla, pues el tiempo máximo de duración es de 2 minutos. A ver qué les parece.

Balas de salva
(al aire el 9/07/2005)
Después de leer esta novela escrita por Marcial Fernández, es necesario sentarse un momento y tratar de entender qué es lo que uno acaba de leer, y no precisamente porque esté mal escrito, sino porque desde el inicio plantea una trama absurda, repleta de enredos, complicaciones y hallazgos en extremo cómicos, como el que el presidente de México cante la versión completa del Himno Nacional en Bellas Artes.
Podría decirse que es un manual para reír y burlarse abiertamente de nuestro sistema político y de los personajes que se encargan de manipularlo; además, sus peripecias se mezclan con las de un grupo de terroristas caricaturizados que deciden matar al presidente, quien, por increíble que parezca, es asesinado dos veces.
Una fuerte carga de sarcasmo y ridiculización, a punto de convertirse en discurso surrealista, mantiene en pie la tensión a lo largo de la novela. Es constante la sensación de no captar qué tiene que ver tal o cual personaje con otro o con una situación entera, pero, sorpresivamente, en medio de un final caótico, todo embona.
A pesar de algunas faltas en el cuidado de edición, y de que ciertas escenas se exceden en longitud con la intención de hacernos reír más y más, esta novela nos incita a concebir una historia subterránea o alternativa para tratar de comprender los verdaderos acontecimientos político-absurdos por los que atraviesa nuestro país.
El Hombre sin Pertenencia, de René Roquet
(al aire el 2/07/2005)
Tal vez el título de este libro se refiere a la identidad del propio autor desdoblada en los personajes de cada uno de los cuentos, o tal vez a la identidad oculta en cada uno de nosotros, retratada en cada uno de ellos.
De cualquier forma, el rasgo de hombre sin pertenencia, destaca de manera distinta en las anécdotas como una esencia que engloba y justifica la violencia a la que recurre y la soledad que abruma a la mayoría de los personajes.
¿Y quién, sino un hombre sin pertenencia sería capaz de dar muerte o entregarse al suicidio, al exilio, al amor conflictivo; a la pérdida y sensibilización de los sentidos a través de gran variedad de drogas y alcohol?
Por supuesto es importante entender que la palabra Hombre se aplica sin distinción de género, y específicamente, creo que se refiere a la especie en que hemos mutado después de habitar una ciudad no sólo ruidosa, sumamente poblada, contaminada y atroz; sino irónica y angustiosamente deshumanizada, como la nuestra. Ello se retrata sin miramientos ni concesiones en cuentos como "Vera se levantó temprano", "Nuestra pequeña salvaje", "Marcela", "Donde no se vean ni las luces", y "Las noches del desierto eran espinas de cactus"; en donde las escenas, además de provocar una risa nerviosa o una sensación de incredulidad pero de veracidad posible, nos hacen cómplices del deseo y la furia que reprimimos cotidianamente, pero que los personajes exaltan entre decadencia, sexo brutal y ensoñaciones delirantes.
En estos cuentos destaca la narrativa ágil, las frases cortas y concisas, y el lenguaje desenfadado, lo que permite una fluidez y lectura rápida en cada historia para visualizar de inmediato las imágenes, las situaciones, los paisajes maravillosos de la noche, el río, la cascada de Sta. María Ixcatepec; o aquel barco que trata de cruzar el Atlántico, subiendo y bajando sobre las olas enfurecidas por la tormenta.
René Roquet nos ofrece en su primer libro, personajes contrastantes y ambientes etílicos, casi todos en un entorno urbano y salvaje, cuyo hilo conductor es la crudeza, el conflicto psicológico, y ante todo, la abundancia de soledad.