Después de los últimos altibajos en la calidad de selección de la Muestra Internacional de Cine en años recientes, esta vez parece que los organizadores quieren reivindicarse, o al menos eligieron bien para empezar.
El Topo, Alejandro Jodorowsky, 1969-70.
Es sorprendente darse cuenta que años después Jodorowsky sigue siendo un director que resulta desconocido para muchos, o cuyas imágenes, vistas por primera vez, generan incomodidad e indignación. Somos pocos los que aun después de haber visto las cintas en otras ocasiones, apreciamos en pantalla grande el trabajo fotográfico y sobre todo ciertos detalles que se pierden en video. En este caso debe tomarse en cuenta que la mayoría de las locaciones son naturales (desiertos, cascadas, pueblos semi-abandonados) y contrastan con los personajes y las escenas tan elaboradas (aveces apabullantes por su crudeza y su contenido filosófico; a veces sarcásticas y humorísticas), por lo que sin una buena foto hubiera sido muy difícil lograr la ambientación un tanto onírica y si se quiere surrealista (aunque reducir la propuesta a la definición de una etiqueta sirva tan sólo para relacionar ideas).
La historia de El Topo es una mezcla de ritos de iniciación, sacrificios y pruebas que el héroe debe ganar para encontrarse a sí mismo y después para descubrir el destino al que debe entregarse. De esta manera el personaje atraviesa procesos de maduración espiritual en los que interviene el aprendizaje, la traición y la destrucción hasta alcanzar un nivel de autoconocimiento tan grande que culmina en el autosacrificio. Así, El Topo comienza siendo una especie de vaquero vengador cuyas intenciones, más que hacer justicia, radican en la vanagloria y la grandeza; en popularizar una imagen imponente y temible. Sin embargo, conforme atraviesa ciertos obstáculos va descubriendo su verdadera naturaleza y se va gestando una insatisfacción y odio contra sí mismo, hasta que interviene otro personaje –su reflejo en sexo contrario– que resuelve esta necesidad de destruir la imagen en que se había convertido y lo expone a la nulidad y la intemperie para que pueda empezar un proceso de renacimiento. Aquí es donde inicia la metáfora del topo: adquiere las cualidades de este animal para ayudar a una comunidad de seres mutilados que viven en el subsuelo y se dedica a cavar un túnel en busca de la salida que les comunique con el exterior. El problema es que la vida que tanto desean es sólo una idea, una ilusión… un mundo totalmente ajeno en el que es imposible subsistir. Y él lo descubre antes y después de que ellos salgan a la luz.
Si han leído El despoblador de Beckett, es probable que encuentren algunas referencias en la película; lo mismo que varios elementos desarrollados por Jodorowsky en libros como Donde mejor canta un pájaro y Albina y los hombres-perro, el primero una novela y el segundo de cuentos, ambos escritos después de El Topo.
2 comentarios:
Si, yo no queria verla porque la he visto n veces, peor me dijeron que le dieron su limpiadita, chale creo que la puedo atrapar en cinemex.
El resto ha estado bueno
Lo mejor para el 2007, a ver qué nos tiene preparado el destino esta vez... un abrazo.
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