lunes, julio 07, 2008

Le scaphandre et le papillon



Be pleased then, you, the living, in your delightfully warmed bed, before Lethe's ice-cold wave will lick your escaping foot.
J.W. Goethe

(epígrafe con que inicia Du levande, de Roy Anderson)

Dirigida por Julian Schnabel y basada en la novela (a su vez basada en la propia experiencia) de Jean-Dominique Bauby, esta película presenta una propuesta estética muy peculiar, particularmente en la primera parte, y después, en lo alusivo al protagonista de la cinta.
Puede hablarse de la trama sin temor a develar un final inesperado, pues lo que importa en esta película no es la historia ni la estructura narrativa, sino la capacidad del director para lograr que la percepción del personaje principal sea la misma del espectador. Entonces, resulta que Jean-Dominique Bauby, acaudalado editor de una revista tan popular como puede serlo Elle en París, de pronto, sin antecedentes médicos, sufre un ataque cerebral que lo deja en coma, casi totalmente paralizado y sin posibilidades de sobrevivir, siquiera como vegetal.
Sin embargo, esto lo descubrimos a los diez minutos de haber iniciado la cinta, por lo que la primera toma resulta algo desconcertante (incluso hubo quien gritó algunos reclamos al cácaro exigiendo que ajustara la imagen). Y lo que ocurre es que desde el inicio somos cómplices de Jean-Do: vemos el cuarto, la luz, los colores, las flores en el jarrón y a los médicos entre parpadeos acuosos, con la mirada borrosa después de estar dos semanas en coma, con el pensamiento tratando de encontrar una respuesta lógica a lo que ocurre. Por eso la imagen distorsionada, que va y viene, que trata de mantenerse firme, aunque se distrae con los gestos del médico y los enfermeros, con la luz y los colores de las cortinas y la pared.
A partir de ahí, se va desarrollando la historia de este ex-editor, dividida en tres partes: antes del accidente (recuerdos a los que acude de manera intermitente, y gracias a los que nos enteramos de cómo era su vida en el ámbito de la revista; que tiene tres hijos, una relación con la madre de éstos y una amante; y que su padre, de 92 años, paradójicamente ahora está casi en las mismas condiciones que él, un hombre de 42); en el hospital (donde recibe terapias para aprender a comunicarse con la única parte de su cuerpo que tiene movilidad ) y la vida dentro de sí mismo (sus reflexiones, sus deseos y su imaginación). Es este mundo, entre el sueño y el recuerdo, entre el deseo y lo real, el que resulta más atractivo y mejor logrado por Schnabel, quien, ahora lo sé, y quizá por eso entiendo el cuidado en las texturas, los matices, los contrastes y la composición, es también artista plástico.
Sin embargo, y quizá inevitablemente, el director acude a una fórmula que no me gusta nada: conmueve al espectador haciendo fuertes comparaciones entre la vida que Jean-Do ha perdido y la vida con la que tiene que conformarse ahora; con los esfuerzos que debe hacer para sobrevivir.
Entre estos esfuerzos, el más destacable es su decisión de “dictar” un libro gracias al método con el que ha aprendido a comunicarse. Este libro es una bitácora donde se mezclan recuerdos de los días cercanos al accidente, imágenes que llegan al despertar o antes de dormir, y sobre todo es un compendio de las reflexiones que acuden a él la mayor parte del tiempo, cuando la soledad se hace más fuerte, más evidente como destino único.
De ahí la metáfora que da título al libro y a la película: la escafandra, el cuerpo inmóvil en el que vive atrapado mientras su cerebro funciona perfectamente, y la mariposa, la vida que sigue percibiendo y expresando a través del texto; la fuerza del aleteo que está en la memoria y en el recuerdo; memoria y recuerdo que salvan de la inmovilidad en el limbo hasta en las peores circunstancias.

Al final, entre la inevitable tristeza y la envidia por la hazaña que representa el libro publicado, acude de pronto a mi memoria el título de otra película, Du levande, (Tú que estás vivo), de Roy Anderson, y en la mente, una vocecita que susurra: Allez-y, du levande, a vivir...

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