-Nada lejos, entre las olas revueltas con la arena y los cadáveres crustáceos. Nada hasta que se te entuman los brazos y se te acalambren las piernas; hasta que tus pulmones se harten de respirar aire y prueben el agua, y les guste. Nada hasta que la sal te impregne, te perfore la piel y sientas el ardor en la sangre, en los ojos ya sin párpados. Nada, nada hasta que llegue la hora en que el sol se mete a bañar y tállale la espalda, hasta que yo mire el horizonte y te confunda con él.
-¿ Y si cuando llegue allá, cuando pueda mirar los ojos del sol, todavía no siento que algo -ni tú ni nada- me hace falta?
-Entonces nada hasta que el sol quede atrás y descubras que al llegar al final te espera una casacada inmensa, de la que no dejarás de caer.
(Prosema de Iliánika von Bicho, Breves imágenes prosáticas, Ediciones Rupestres, 2005)
DR (c) 2005 Iliana Vargas Flores
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