Desde que oí la noticia, sólo tengo dos sensaciones que no me abandonan: la tristeza y la incomprensión. Tal vez parezcan demasiado obvias para los teóricos y los analistas, tal vez puedan darme una respuesta fría y objetiva. Pero ninguna respuesta será suficiente para hacerme entender que la solución a un problema tan complicado como la invasión a Irak y todas sus implicaciones político-económicas, sean las bombas que explotan en lugares públicos y matan a cientos de civiles que van pensando en cualquier cosa, menos en que están a punto de morir.
¿Quién, por qué, para qué? Creo que seremos los últimos en saberlo; creo que seremos quienes pagaremos las consecuencias de ese juego que están jugando unos mafiosos hambrientos de más poder, territorio, recursos naturales; creo que no se detendrán en esta pelea ajedrecística, en la que ya han sacrificado a cientos de peones para hacer avanzar sus caballos y alfiles; pero, ¿quién quedará para testificar el anuncio del último y decisivo jaque mate?
1 comentario:
Y lo peor es que no hay vuelta atras, ni opciones de educación, la mala lache es demasiada en todos lados...
Ni modo, a morir
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