miércoles, julio 06, 2005

¿Neurosis o melodrama?

Ayer en la noche, mientras escribía la reseña para el programa del sábado, empecé a distraerme porque se oían una voces que se interrumpían mutuamente, que hacían eco en el pasillo. Lo que pensé de inmediato fue que seguro la vecina ya andaba armando broncas otra vez con sus hijos o con algún vecino. Como se caracteriza por su falta de discreción y siempre nos entera a gritos de su vida y problemas, enseguida entendí la situación: la hija, una chavita como de 15 años, se iba de viaje con el papá, y en consecuencia, la vecina se quedará sola como seis meses. Se escuchó la despedida, la desesperación de la niña por irse ya, rápido, y el azote de la puerta. Fue entonces cuando se desató el drama: la vecina empezó a llorar, a gritar como si le estuvieran arrancando el brazo, a vaciarse por completo. ¡No quiero estar sola, no quiero estar sola!, gritaba, y unas personas (la vecina que es su amiga y un muchacho) trataban de tranquilizarla, le decían que no era para tanto, que mejor aceptara que ella había causado todo eso. El drama duró como una hora; yo no podía concentrarme, asombrada por su desgañite y su ¿sufrimiento? Por fortuna empezó a llover, y el ruido del agua sobre el techo de lámina de a lado opacó sus berridos. Mientras, aproveché para prepararme un café y pan con mermelada, y seguí escribiendo. Como dos horas después, el silencio zumbaba en cada pared del edificio; decidí dormirme y antes de apagar la luz pensé en ella, en que seguro se había quedado acurrucada sobre su sillón, y que el cansancio y el sueño la habían alcanzado después de semejante lloriqueo.
Me quedé pensando en que es increíble que alguien pueda sufrir tanto por algo, en teoría tan nimio. Pero después de convivir ya un año con esta señora -insisto, a fuerza de sus gritos- entiendo lo grave que en realidad es la causa de su sufrimiento: en todo este tiempo no tendrá a quién regañar, reprimir, ni golpear. El niño más pequeño, según supe, se irá con sus primos, cosa que me agrada porque ya era insoportable escuchar cómo lo agarraba a golpazos desde las seis de la mañana, cómo no había un día que no le gritara por comerse una manzana de más o por no hacer exactamente lo que ella quería en el momento en que ella quería. Y este niño tiene a lo mucho 10 años, por lo que no me han faltado las ganas de bajar y decirle que se ponga con uno de su tamaño.
¿Entonces? Su sufrimiento es real en cuanto a que le es desprendido su objeto de placer, pues llora porque los extrañará, pero no porque exista un lazo cariñoso o amoroso entre ellos, sino de pura destrucción y odio. O a lo mejor una mezcla de los dos: los necesita para sentirse poderosa, superior, para ser prepotente con ellos, y los quiere porque se lo permiten, porque le dan el placer de sentir que los está lastimando. Pero, ¿qué pasará dentro de unos años cuando el niño sea más alto y fuerte que ella, y la niña decida (porque ya será reconocido su derecho a decidir) irse a vivir con su padre o alguien más?
Su único recurso para combatir la soledad a la que tanto teme, será ella misma, su propio cuerpo intacto de humanidad.

3 comentarios:

Silencio dijo...

No hay nada peor que enfrentarse a uno mismo y descubrir que el pleito no es con los demás es con uno mismo, seguro a usted le ha pasado pero creo que por eso uno sabe buscar cosas que le hagan aprovechar el tiempo en otras cosas, cosas que generalmente gustan. La vecina, que apesta terriblemente a la mía. Pues ha cumplido con su función automata en el mundo, esto es:

Nace, Crece, se Reproduce y Muere, pero que pasa si el ciclo no se desarrolla de forma normal

Nace, No crece, Se reproduce, Se queda sola con los paquetes, se siente sola, sabe que los paquetes se iran un día, le echa la culpa al contexto, se queda sola, muere interiormente, y después muere fisicamente...

Diablos debe ser dificil...

Pero así es esto.

Silencio dijo...

Vieja loca, mejor mandemosla a chabelo a ver si se gana un viaje a inglaterra.

Pablo dijo...

Por un momento pensé que vivíamos en el mismo edificio.

Lo gacho es que el niño después se va a desquitar, no con su mamá porque a una madre nunca se le contesta ni se le pega, sino con todas las otras mujeres que se le crucen enfrente. Bueno, eso es absolutamente conductista. Mejor esperar que el muchacho logre sobreponerse a las teorías que ya lo perfilan como un madreador. escribe más!